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Todo nada
La primera es que cada línea es un pensamiento distinto. Los “Redichos” son destellos libres e independientes, reflexiones juguetonas que buscan sentidos ocultos en un universo caótico. Cuando los leas, hazlos tuyos. No busques contradicciones ni pretendas encontrar la coherencia discursiva de un cuento o de una novela. Acepta lo que te sirve o te convence. Necesito de tu experiencia, porque es tu mente la que entiende cada frase libremente, la que abre o cierra la puerta. Así que, por favor, acoge en tu cabeza lo que sigue. Aspiro a ser comedido. Se trata tan sólo de hablar y de dejar testimonio. De entenderme y de ayudar a que te entiendas. Para eso ordeno los distintos temas en capítulos, en lugares donde a veces las ideas reverberan y pueden parecer sistemáticas, aunque no lo son ni lo pretenden. De modo que sigue leyendo, escucha este frágil sonido y deja que el viento lo mueva y llegue volando hasta ti: “Tú eres mi única clave”.
La segunda cosa que quiero decirte es que algunos de mis “Redichos” parten de los refranes, de los dichos. Como en ellos, mi saber es experiencia, el saber de las batallas que el abuelo cuenta al nieto o el conocimiento que da la decepción y el fracaso. Mi saber viene de oído, de la libre apropiación de lo que anda suelto por ahí. Por eso, los dichos me atraen, al igual que los slogans o los títulos. Ellos introducen frases claras y tajantes que se columpian en el ritmo o en la rima para reforzar su eficacia, ellos imponen su ley porque están en nuestras mentes. Son como toros muy bravos que te animan a salir a torearlos, a añadir o a quitar letras y a separar sus sonidos para variar su sentido. Son como primos o tíos, gente de confianza, nuestra lengua familiar, la verdad de nuestra herencia.
En tercer lugar, quisiera hablarte de mi trabajo. Mis redichos padecen del humor e insensatez de mi yo más habitual o de la seriedad transcendente que exhibo en mis días malos. A veces soy sólo un yo, triste o alegre, cuerdo o enloquecido, convencido o asombrado, y a veces intento ser tú, una máscara cualquiera o cualquier cosa ocurrente. Quiero decir con esto, que intento contar, nada más. Escribo por necesidad, para decir que aquí estoy, que por mi respira la historia y el saber común del tiempo. Por eso rebusco en mi mente, en el polvo o la basura restos de cualquier sucedido e intento narrar lo que siento. A las palabras las trato como si fueran personas. Las presento o las enfrento e imagino sus tratos y sus juegos o el disfraz con que se visten ante el espejo de los palíndromos o ante la magia del calambur. Después viene el filtro del sentido, pues no olvido esa absurda aspiración de lo real de emerger tras lo que cuento, de modo que minimizo las sinestesias y la irracionalidad surreal, uso imágenes y tropos para presentar el ser al mito y trato de dar trascendencia a lo que es simple, natural, desorganizado o trivial. Intento ser franco, sencillo y directo, pero, además, muchas veces, exprimo a las palabras para reforzar su carácter o añadir ambigüedad a la expresión. Luego apunto, sintetizo, clasifico, perfilo, combino, corrijo y, al final, selecciono, mientras evito, si puedo, las digresiones ociosas. Me ocupo también del brillo y la limpieza, añadiendo ritmo y rima o poniendo de mi lado a la ironía y al ingenio sin marcar el territorio con oscuros lenguajes gremiales y sin abusar de la queja o de la trascendencia insufrible del sabiondo. Para acabar, finalmente, yo diría que, además, intento buscar tu sonrisa. Por lo tanto, te lo ruego, entiende lo que te digo y valora el humor, por favor. Prefiero una parida fácil a las poéticas frases cuyos verbos y adjetivos concuerdan con el sustantivo sin conocerse siquiera.
Si alguien quiere ojearlo, sostenerlo, adquirirlo, e incluso apropiarse de él igual que en la tradición oral de los refranes y dichos, podrá encontrarlo en las librerías Gil de Santander o Delibros de Torrelavega, y también solicitarlo, después de especificar el título: "Todo nada", el autor: "Carlos Rodríguez Mayo", la editorial: "Libros del Aire" y el ISBN: 978-84-12624S-4-0. Nada más. Recuerda que, en esta rayuela, no hay orden preestablecido. Consulta el índice antes, empieza por donde quieras y salta sobre el raso suelo con la mayor libertad. Un saludo. Espero que lo disfrutes y que nunca te tropieces.
Montan mis letras un número...
Estoy dormido. Sueño que se convoca un concurso de cuentos que cuenten sueños y sueño que con las letras de mis deudas monto un número y que con ese mismo número abro una cuenta que cuenta lo que las letras callaron hace un momento. Y copio el número que cuenta y la letra que valora y decido publicar su contenido y enviar todo al concurso convocado en ese momento extraño en el que intento salir del sueño y subo a la superficie y me despierto.
Se vela
Si corre, vuela, y si no corre se vela… Claro, si no corre, se vela, es decir, se pone el velo y se va a la Catedral. En cambio, si corre, vuela: No hay quien pueda mantener la frecuencia de su ritmo ni la enorme dimensión de su zancada. De modo que un año tras otro, con apoyo de la Virgen, gana el maratón. Sin embargo, en la próxima edición su triunfo no se repetirá. Resulta que la organización exige en 2020 una ficha a todos los participantes y sucede que la Federación no ha dado de alta a nuestra atleta porque la foto que ella había aportado la recoge de perfil y en movimiento. Según nos cuentan las crónicas, no ha habido fotomatón capaz de hacerle una imagen conforme a la pauta oficial… Y es que también su foto se vela cuando no corre.
El sitio en donde Tzara goza
Si cruzara Tristan Tzara la frontera, si hiciera en tren la distancia que va de Irún a Miranda, creería que disfruta del aura de un buen poeta, si ante el Ebro transiTzara, pensando en el verbo aller de la ciudad guipuzcoana, mezclado con el gerundio del lugar en donde estaba, y en la tensión existente entre el ir y entre el mirar, unidos por el subjuntivo que brota de su apellido, por mera casualidad. Si parara en el trayecto que sigue recto hacia el mar, lo haría en una almaTzara, para pedir penitencia. Si cenara allí ensalada, en la mesa decorada con cándidos ramos de azahar, Tzahareño encontraría el sabor que aparecía al fondo de su paladar. Si lanTzara Tristan Tzara al aire tres tristes tiros para cazar Tzarapitos en el galacho de Alfranca, si al largo cañón de Ordesa dejara al fin sin cureña, si, muerto de aburrimiento, siguiera la estrecha senda de sirga del Imperial, en la ciudad donde goza su nombre de predicamento entraría cualquier día, en busca de alojamiento. Si danTzara Tristan Tzara, metido en la Tzarabanda de la plaza principal, en vez de bailar la jota, bailaría más las letras del título de un poema firmado con su santo nombre, de Isolda renovaría su antiguo amor por Tristán y luego tomaría nota del cuento de aquella virgen que odiaba a la Marsellesa el día de la hispanidad. Si rezara Tristan Tristan y empezara a investigar en las costumbres hispanas, es probable que a la Seo dirigiera sus pesquisas, bien por la torre eminente, que expresa su jerarquía como iglesia catedral, o bien porque es evidente que sirve para limpiar, al tiempo que es reflexiva, al empezar a nombrarla, aunque es más bien disyuntiva, si se lee por el final. Si Tristán amén y Tzara la misa del mediodía, en el banco del retablo, que se halla detrás del altar, la triple cruz de su nombre si pudiera asentaría, como inversión de sí mismo, para que obrara el milagro de comprender el sentido de la pasión de su requien, en medio de la homilía que está predicando el deán. Si su mano atenaTzara las ruinas del edificio, que nos legaron las taifas, seguro que trocaría sus arcos en diademas. Caras, caras y más caras verían a las dovelas ceñir la noble cabeza de la princesa ATzahara o de la diosa de Atenas. Si Tristán se disfraTzara y oculto aquí se quedara metido en su oficio disfraz, buscaría algún trabajo tratando así de afrontar sus gastos de hospedería. Entre todos los posibles, sería el de prestamista el que mejor seguiría los hados de su destino, pues la vieja quiromántica que en su mano habría leído el futuro inextricable, le había profetizado: “En tu caso, está muy claro, como eres un hombre austero, tu destino en este mundo incluye el de jardinero”. Si comprara Tristan Tzara, buscaría un buen reloj que en vez de sonar tic-tac dijera siempre Tris-tan, y luego en el gran bazar (en el lugar donde ahora se encuentra la tienda de Zara), a gritos exigiría la talla mayor que hubiera de la palabra alegría. Si el poeta retoTzara, la noche en que ReFordTzara sus canas con purpurina y su ego con un gran coche, lo haría frente al Pilar, para intentar acoplarse bajo las cúpulas altas que pintó la gran Gregoria al fresco de la ciudad. Si Tristán sodomiTzara en banco Tzaragozano a un chapero de arrabal, guardaría en el armario los datos para sus anales, dudando de su inversión, de sus principios morales y también de sus finales. Si Tristán cesara a Augusto, rechaTzara a TzaraTustra, el acento militar del “Sitio de Tzara goza” y el catecismo de Marx, alimentando a las tropas que hablaron ruso en Hungría, caducas las grandes ideas que agitan a la humanidad, haría que Augusto volviera al circo de la ciudad. Si almorzara Tristan Tzara, a un paso de la algaTzara que reina en la Aljafería, gozaría de las letras (con mucha T y mucha Z) de una sopa calentita y hasta tres tazas de té se tomaría, después de dormir la siesta a un paso de la Romareda. Más tarde, al atardecer, a las puertas del hotel, llamado de la independencia, leería en un papel, la loa a su propio nombre, pero su acento gabacho, en plena calle del centro, sería un lastre excesivo para alcanzar su objetivo de tener alguna audiencia: - “Aunque nací en Rumanía, on pense que je suis français...” -diría para sus adentros. Si trazara Tristan Tzara los signos del alfabeto sobre un pergamino impreso: “Tzantza, tzantza, ganga nfounfa”, escribiría, rindiendo al azar pleitesía y conquistando de golpe el título de Palimp Sexto. Si Tristán AmenaTzara al servicio del hotel, lo haría al telefonista, a causa de su incompetencia, pues la escueta conferencia que establecer pretendía para enviar el mensaje de que a París volvería, no encontraba hora ni día, al decir del empleado por falta de destinatario, y al decir de Tristan Tzara por no entender el idioma ni el quehacer de un dadaísta. “Pa ris, cuando sopla el cierzo...” Me dicen que con un par replicó el recepcionista a aquel numerero franchute. Si Tristán agonizara seguro que desearía que en esta mañosa ciudad sus restos al fin descansaran, y que no se lo llevaran ni al lúgubre Montparnasse ni a China ni a Tzaratán, y menos a Transilvania. Por eso, si se taTzara la cuerda de su reloj o el azar paraliTzara el ritmo de su tris-tan, en el río que ante el espejo refleja el orbe completo o en la nada que invierte el nombre de Adán, que fue el primer hombre, nadaría su me moría, antes de hundirse en el mar.
Concluyo. Cuatro palabras: Si es posible transformar la vida en una charada, un ejemplo es Tristan Tzara. Su estancia en nuestra ciudad para ver si era posible vivir y al tiempo gozar, en vez de canonizarlo lo hicieron el zar del canon. Por eso son muchos hoy los que estudian su pasado, inventan largos palíndromos, y siguen sus postulados. Juegan a juegos escritos, esconden los calambures en frases de doble sentido, abusan de homofonías e incluso a veces se juntan para dejar que el azar confiera un brillo dorado a un anagrama especial o infunda vida inmortal a un cadáver exquisito. Hay de entre ellos quien piensa que el día de San Eloy podría ser buen momento para hacer una bisita (o una trisita quizás) a la ciudad del Pilar y celebrar al poeta. ¿Qué os parece si quedamos debajo de una pintada que ponga que Tzara goza es justo el centro del orbe? Yo entre tanto intentaré perfeccionar estas líneas para ubicar su gran banco, o enseñaré a los que pasen las más caras diademas que luce la Aljafería o explicaré a quien no entienda el por qué en la Seo enorme se limpian las almaTzaras y qué es un íntimo requien. ¿Lo hacemos el año que viene? Lo pasaremos de miedo. Si pedimos subvención al gobierno de Aragón, que tiene un par por apoyo, seguro que le conviene. Los que estéis interesados podéis mandar sin arrobo los datos a mi dirección: Decarloselmundodeahori@hotmail.com. En “el asunto” ponéis: “Congreso de Tzara goza”. He pensado en alquilar un gallinero en Marlofa para alojar a la peña, de modo que algunas ponencias podrían ponerse allí. Ayer he invitado a Otto Dix, pensando en el nueve que falta. Nos vemos, si así os parece.
Mi sino
No atino a ser un fulano. No soy un gitano enano, ni un tibetano chino, ni un gusano con kimono, ni un veneno veneciano ni un colombiano zaino. No pesan en mi destino ni el pleno de mi gobierno, ni ese vino riojano que tanto me gusta probar, ni mis alumnos mirando, ni el tono abaritonado que pone mi hermano al cantar. Camino ensayando un himno que cante el aire soprano, corriendo por el intestino. Soy un humano mohíno, un anciano pucelano, un huno hispano genuino, un romano provinciano y un alumno cervantino que intenta aflorar arcanos, aunque sea por el ano y en invierno. Me importa un comino el bochorno. Ahí va todo lo que tengo.
La rana dama
La rana está muy mala. Tumbada en la cama ancha llama al lama. El lama le habla al alma y la sana:
-“Rana, calla, ahora eres una dama”.
Así que la blanca dama se mete otra vez en la cama y espera callada y sola a que el príncipe aparezca, y luego, cuando aparece, se deja besar en la boca y vuelve de pronto a ser rana y a enfermar y a estar muy mala y a croar llamando al lama.
El tragón
Ayer me comí la letra O. Mi cuerpo se volvió redondo y tosco
y todo cambió:
Fue de repente. Que ¿qué fue?
Pues verás. Sucede que desde ayer se me pierden ciertas letras en la lengua. Que pierde mi mente
pie al hablar, al intentar decir cualquier palabra que incluya esa letra circular. Además, incapaz de negar, mi mente se expresa mal. Me persigue al expresar miles de ideas y me deja en muy
mal lugar o me deja en un planeta gris y azul. Verdaderamente, ni mi tía ni mi abuela me entienden. Sí, es verdad, hay mentiras y
verdades que sí que están, más hay miles de frases que parecen alas estáticas en el aire, lejanas plumas desgastadas que caen fuera de mi vista y desaparecen. Me dicen que decir así es una aventura y que así es difícil vivir. ¡Ayayay! La nada se acerca a mí: ¿Qué mal terrible me acecha? ¿Qué me espera en esta vida? ¿Qué será de mí después?
Pues después me comí la letra I:
Esta letra mayúscula sabe a leche, huele a fresa y es azul y alargada... Es larga, larga y además vuela. Vuela hasta que se cae y se te clava y te duele. Duele rezar a la suerte, rezar a la naturaleza y velar la tumba cerrada. La negra muerte se te acerca y te cansas de rezar. Rezas y rezas hasta que te quedas muda, hasta que ella te deja exhausta y te mata lentamente.
Pues después me comí la letra I:
Esta letra mayúscula sabe a leche, huele a fresa y es azul y alargada... Es larga, larga y además vuela. Vuela hasta que se cae y se te clava y te duele. Duele rezar a la suerte, rezar a la naturaleza y velar la tumba cerrada. La negra muerte se te acerca y te cansas de rezar. Rezas y rezas hasta que te quedas muda, hasta que ella te deja exhausta y te mata lentamente.
Diana
Ana le preguntó: "¿Quién eres?"
La diosa le contestó: "Diana".
-"¿Di Ana?"- dijo.
-"No. Di-a-na".
-"Pues eso, Ana, Ana, como yo".
-"No. Di-a-na".
-"Pues eso, Ana, Ana, como yo".
La diosa, contrariada, continuó repitiendo:
-"Diana, Diana, Diana..."
-"Diana, Diana, Diana..."
Pero Ana, que no soportaba el monopolio divino de algunos nombres propios, siguió con su estrategia:
-"¡Ah! ¡Diana! Ya la di. En el centro, exactamente, yo la di".
-"¡Ah! ¡Diana! Ya la di. En el centro, exactamente, yo la di".
La metamorfósis del P.S.O.E.
El hecho incontrovertible de que en las tres últimas direcciones del partido no hubiera ningún obrero en su ejecutiva les condujo a la idea de que sería bueno prescindir de la O de sus siglas. Finalmente se aprobó por mayoría.
Más tarde, la relación especial de alianza con los nacionalistas catalanes y vascos y el apoyo circunstancial a puntos de su estrategia independentista llevó a plantear que sería interesante prescindir de la E de España. No fue fácil, pero al final, también se aprobó.
Llegó un tiempo en el que la crisis de la socialdemocracia planteó que, tal vez, denominarse socialista quitaba votos. Socialista era un sustantivo muy duro y podría resultar interesante su posible sustitución por un término más ancho e inclusivo como era el de demócrata o el de progresista. Esos fueron los dos términos alternativos que se ofrecieron a la discusión de los militantes. Primero se aprobó por mayoría la eliminación de la S. Tras un corto debate en el que se expresaron los líderes, se llegó a la votación: La D salió derrotada y la P salió triunfante. "Demócratas", decían, "son los conservadores y los moderados de derecha. Gente de mal vivir como Reagan o la Tatcher son indiscutiblemente demócratas. En cambio los progresistas están del lado correcto. Son todos los que nos apoyan para llegar al poder. Con la P de progresista se puede ligar con Podemos, con Esquerrra y hasta con Bildu..." Desde entonces el partido de Largo Caballero, de Besteiro, de Iglesias y de Felipe pasó a denominarse P.P., Partido Progresista.
Del P.E.N. independiente
Del P.E.N. "in" dependí. Di pendientes. Pendiente de los pendientes, pendiente de la pendiente de los dependientes, diente a diente, te di un ente independiente.
Charada de un clero altísimo
Cuando me llegue la muerte
ni un sínodo en el Vaticano,
ni el blanco en el humo de Roma.
En el número que sigue
al santo de mi persona
asoma la mala suerte.
Si te digo: "Ven e dicto"
y exhibo desde el retiro
el armario en donde vivo:
¿Quién soy y cuál es mi sino?
ni un sínodo en el Vaticano,
ni el blanco en el humo de Roma.
En el número que sigue
al santo de mi persona
asoma la mala suerte.
Si te digo: "Ven e dicto"
y exhibo desde el retiro
el armario en donde vivo:
¿Quién soy y cuál es mi sino?
El sexo de patria
En un mundo organizado en estados nacionales, el concepto de "patria", que alude al país en donde se ha nacido y que representa la parte más sentimental de la razón de ser de las naciones, plantea una profunda contradicción con la semántica igualitaria del feminismo.
Así es, en efecto. A pesar de su género femenino, la palabra es sólidamente masculina, porque proviene de padre y porque responde a una tradición en la que el territorio es esencialmente patrimonio. Intentando hacer a su esencia más fecunda y en la búsqueda de un cierto equilibrio entre los sexos, en la España del siglo XX se sumó a patria la fuerza creadora de "la madre". Surgió entonces "la madre patria", ese concepto tan manoseado por los franquistas que los colectivos feministas nunca llegaron a aprovechar su sentido igualitario, de manera que hoy en día, a pesar de que las mujeres reinan en la calle, la palabra "patria" sigue sola, sin ningún contrapeso femenino.
La discriminación se agrava cuando se valora la práctica habitual para su adquisición legal. Como sabemos dos son los caminos posibles para ser declarado español: el primero es el nacimiento, que es el único aspecto en el que la mujer, como madre, tiene un mayor protagonismo, aunque siempre es obra común de los dos sexos. El segundo camino es el proceso de nacionalización para los no nacidos, para los inmigrantes. Sus trámites son en general muy masculinos. En España, el proceso comienza con el registro en el "padrón", sigue con el programa PADRE, con el que todos acabamos retratándonos ante Hacienda, y utiliza con frecuencia un servicio militar, cuyo sexo, aunque ya no es exclusivo, sigue siendo en muy alto grado masculino.
Frente a patria, se me ocurre proponer a feministas, nacionalistas, sindicalistas e izquierdistas que hoy emplean el llamado lenguaje igualitario e inclusivo, el uso de un nuevo término, un sustantivo brillante que aluda más bien a las féminas y hable de nuestro origen. Propongo en este sentido, usar la palabra: útero, para sustituir por sistema al viejo y machista término, y reivindico, además, el uso de su derivado, el histerismo, como instrumento conceptual que equivaldría al de ese patriotismo cargado de hormonas que tan abundantes ejemplos tiene.
Frente a patria, se me ocurre proponer a feministas, nacionalistas, sindicalistas e izquierdistas que hoy emplean el llamado lenguaje igualitario e inclusivo, el uso de un nuevo término, un sustantivo brillante que aluda más bien a las féminas y hable de nuestro origen. Propongo en este sentido, usar la palabra: útero, para sustituir por sistema al viejo y machista término, y reivindico, además, el uso de su derivado, el histerismo, como instrumento conceptual que equivaldría al de ese patriotismo cargado de hormonas que tan abundantes ejemplos tiene.
Dos hormigas y N migas
En el mantel de una casa, dos hormigas que venían de dos hormigueros distintos se encontraron cuatro migas y se las repartieron: Dos migas para cada una.
Hablaron un rato largo y se hicieron muy amigas:
-Yo soy de ciencias exactas.
-Pues yo soy de letras puras.
Por la noche se encontraron un mantel mucho más sucio y una dijo:
-N migas hay ahí.
-¿Enemigas? ¿De verdad?
-N migas, N migas...
-¿Enemigas? Éramos viejas amigas. Ya no sigas.
-Lo que digas...
Y se marcharon de allí y avisaron del hallazgo a su hormiguero y olvidaron para siempre su amistad.
Hablaron un rato largo y se hicieron muy amigas:
-Yo soy de ciencias exactas.
-Pues yo soy de letras puras.
Por la noche se encontraron un mantel mucho más sucio y una dijo:
-N migas hay ahí.
-¿Enemigas? ¿De verdad?
-N migas, N migas...
-¿Enemigas? Éramos viejas amigas. Ya no sigas.
-Lo que digas...
Y se marcharon de allí y avisaron del hallazgo a su hormiguero y olvidaron para siempre su amistad.
Tiritando
Te duele mucho la rodilla. Acabas de pasar sobre ella el agua fresca del lavabo y el jabón del baño para limpiarla, pero la sangre sigue brotando. De modo que te levantas, buscas el botiquín, lo abres, deslizando la cremallera sobre los invisibles raíles, extraes el betadine y escoges la tirita que se adapta mejor al tamaño y a la forma de la herida. Te sientas. Lo primero es extender el desinfectante rojo sobre la erosión cutánea. Luego rasgas el papel del envoltorio industrial de la tirita y extraes su contenido. Contemplas su color mate, le quitas el papel blanco y la pegas en la herida, tiritando.
En el bocho
Después de echar un chinchón en el despacho de casa, Txetxu y la chacha de Chiapas se fuman la china entera y se devoran un ocho. El chico, que está al acecho del pecho de la chicana, ha improvisado un lecho con un colchón y una colcha y ha dicho al llegar la noche:
-¿Me dejas tocarte un poco?
Y ella, que es chacha chocha, pochada de chocolate, se quita el poncho y el cincho, libera sus michelines e intenta pincharle al chico:
-¿Tú quieres pasarlo chachi?
El muchacho agarra el pecho y chupa como un poseso:
-Tu petxo me da la ditxa.
Y entonces ella le chista un chisme que tiene chiste, una chanza localista:
-Me han dicho que en esta orilla no saben tocar la chistu.
El muchacho agarra el pecho y chupa como un poseso:
-Tu petxo me da la ditxa.
Y entonces ella le chista un chisme que tiene chiste, una chanza localista:
-Me han dicho que en esta orilla no saben tocar la chistu.
-¿Que no tocamos la txistu en esta orilla deretxa? ¿Nos tatxas de poco matxos a los de Guetxo y Neguri?
-Eres un mamarracho.
Como un chamán de su sexo, el muchacho saca el chisme, se cala una gran chapela y chilla cual rompetechos:
-En Bizkaia, Matxitxako. Con este totxo te tatxo.
-En Bizkaia, Matxitxako. Con este totxo te tatxo.
Y ella, que ve el chorizo, intenta chincharle un poco:
-Del dicho al hecho hay un trecho. Para un chaval como tú, mi chocho es mucho trabajo.
Y Txetxu se pone chulo.
-Mi pitxa es un bitxo malo. Con este catxo de txorra te matxaco. Te pago lo que haga falta. ¿Me la txupas y txingamos por la notxe a trotxe y motxe?
Y ella se enfada mucho.
-Soy chacha pero no puta y a ti te falta una ducha. Eres un gocho asqueroso.
Y Txetxu, que lucha con ella e intenta llevarla al coito, y ella que no se achanta y que sale como un rayo del despacho, coge el poncho y se marcha a toda prisa del chalé.
Luego en la calle respira, en el poncho abrocha un broche, que es de azabache de Chiapas, y canta este chévere charro que suena como un cha-cha-cha:
-Soy chacha pero no puta y a ti te falta una ducha. Eres un gocho asqueroso.
Y Txetxu, que lucha con ella e intenta llevarla al coito, y ella que no se achanta y que sale como un rayo del despacho, coge el poncho y se marcha a toda prisa del chalé.
Luego en la calle respira, en el poncho abrocha un broche, que es de azabache de Chiapas, y canta este chévere charro que suena como un cha-cha-cha:
-Escucha, mi amor, escucha: Mi hucha no guarda monedas. Mi hucha es de chicha blanda y se abre con llave de seda que tú no sabes usar.
El enigma de su nombre
De Remedios, mi mujer, que era capaz de arreglarlo casi todo, se decía que era el polo opuesto de la "bruja averías". Tanto es así que tuvimos amigos que le cambiaron el acento a su nombre para transformarlo en una palabra aguda y aludir de esa manera a lo divino de su ingenio. Por re-medios, además, la mía era una mujer muy centrada, y eso me molestaba porque yo, como los buenos matadores, prefería siempre la zona excéntrica de los tendidos. Por esa y otras razones, que no vienen al caso, hemos decidido separarnos. Ante el juez, me pide que reme y reme, como ella, para poner a nuestra barca en un lugar equidistante y seguir navegando juntos por el tiempo.
Medí y remedí su propuesta, acabé por rechazarla: ¡No!, no quiero más Remedios.
Medí y remedí su propuesta, acabé por rechazarla: ¡No!, no quiero más Remedios.
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