Todo nada

Me han publicado un libro de aforismos. Su título es “Todo nada”. Son chispas de pensamiento a las que llamo ”Redichos”. De ellos quisiera decirte tres cosas:
La primera es que cada línea es un pensamiento distinto. Los “Redichos” son destellos libres e independientes, reflexiones juguetonas que buscan sentidos ocultos en un universo caótico. Cuando los leas, hazlos tuyos. No busques contradicciones ni pretendas encontrar la coherencia discursiva de un cuento o de una novela. Acepta lo que te sirve o te convence. Necesito de tu experiencia, porque es tu mente la que entiende cada frase libremente, la que abre o cierra la puerta. Así que, por favor, acoge en tu cabeza lo que sigue. Aspiro a ser comedido. Se trata tan sólo de hablar y de dejar testimonio. De entenderme y de ayudar a que te entiendas. Para eso ordeno los distintos temas en capítulos, en lugares donde a veces las ideas reverberan y pueden parecer sistemáticas, aunque no lo son ni lo pretenden. De modo que sigue leyendo, escucha este frágil sonido y deja que el viento lo mueva y llegue volando hasta ti: “Tú eres mi única clave”.
La segunda cosa que quiero decirte es que algunos de mis “Redichos” parten de los refranes, de los dichos. Como en ellos, mi saber es experiencia, el saber de las batallas que el abuelo cuenta al nieto o el conocimiento que da la decepción y el fracaso. Mi saber viene de oído, de la libre apropiación de lo que anda suelto por ahí. Por eso, los dichos me atraen, al igual que los slogans o los títulos. Ellos introducen frases claras y tajantes que se columpian en el ritmo o en la rima para reforzar su eficacia, ellos imponen su ley porque están en nuestras mentes. Son como toros muy bravos que te animan a salir a torearlos, a añadir o a quitar letras y a separar sus sonidos para variar su sentido. Son como primos o tíos, gente de confianza, nuestra lengua familiar, la verdad de nuestra herencia.
En tercer lugar, quisiera hablarte de mi trabajo. Mis redichos padecen del humor e insensatez de mi yo más habitual o de la seriedad transcendente que exhibo en mis días malos. A veces soy sólo un yo, triste o alegre, cuerdo o enloquecido, convencido o asombrado, y a veces intento ser tú, una máscara cualquiera o cualquier cosa ocurrente. Quiero decir con esto, que intento contar, nada más. Escribo por necesidad, para decir que aquí estoy, que por mi respira la historia y el saber común del tiempo. Por eso rebusco en mi mente, en el polvo o la basura restos de cualquier sucedido e intento narrar lo que siento. A las palabras las trato como si fueran personas. Las presento o las enfrento e imagino sus tratos y sus juegos o el disfraz con que se visten ante el espejo de los palíndromos o ante la magia del calambur. Después viene el filtro del sentido, pues no olvido esa absurda aspiración de lo real de emerger tras lo que cuento, de modo que minimizo las sinestesias y la irracionalidad surreal, uso imágenes y tropos para presentar el ser al mito y trato de dar trascendencia a lo que es simple, natural, desorganizado o trivial. Intento ser franco, sencillo y directo, pero, además, muchas veces, exprimo a las palabras para reforzar su carácter o añadir ambigüedad a la expresión. Luego apunto, sintetizo, clasifico, perfilo, combino, corrijo y, al final, selecciono, mientras evito, si puedo, las digresiones ociosas. Me ocupo también del brillo y la limpieza, añadiendo ritmo y rima o poniendo de mi lado a la ironía y al ingenio sin marcar el territorio con oscuros lenguajes gremiales y sin abusar de la queja o de la trascendencia insufrible del sabiondo. Para acabar, finalmente, yo diría que, además, intento buscar tu sonrisa. Por lo tanto, te lo ruego, entiende lo que te digo y valora el humor, por favor. Prefiero una parida fácil a las poéticas frases cuyos verbos y adjetivos concuerdan con el sustantivo sin conocerse siquiera.
Si alguien quiere ojearlo, sostenerlo, adquirirlo, e incluso apropiarse de él igual que en la tradición oral de los refranes y dichos, podrá encontrarlo en las librerías Gil de Santander o Delibros de Torrelavega, y también solicitarlo, después de especificar el título: "Todo nada", el autor: "Carlos Rodríguez Mayo", la editorial: "Libros del Aire" y el ISBN: 978-84-12624S-4-0. Nada más. Recuerda que, en esta rayuela, no hay orden preestablecido. Consulta el índice antes, empieza por donde quieras y salta sobre el raso suelo con la mayor libertad. Un saludo. Espero que lo disfrutes y que nunca te tropieces.