Mi sino

No atino a ser un fulano. No soy un gitano enano, ni un tibetano chino, ni un gusano con kimono, ni un veneno veneciano ni un colombiano zaino. No pesan en mi destino ni el pleno de mi gobierno, ni ese vino riojano que tanto me gusta probar, ni mis alumnos mirando, ni el tono abaritonado que pone mi hermano al cantar. Camino ensayando un himno que cante el aire soprano, corriendo por el intestino. Soy un humano mohíno, un anciano pucelano, un huno hispano genuino, un romano provinciano y un alumno cervantino que intenta aflorar arcanos, aunque sea por el ano y en invierno. Me importa un comino el bochorno. Ahí va todo lo que tengo.