Una copla

 Te fuiste lejos de casa,
sin despedirte siquiera
 y yo me quedé mirando
fijamente a las dos velas
que dejaste justo aquí.

Así que, por no sufrir, 
empleé mis malas artes 
de cirujano interior
en extirparte de mi.

Me lo tomé muy en serio.
Te saqué casi completa.
Tiré millares de objetos,
a veces cartas o fotos 
y a veces simples recuerdos.

Lo hice con gran decisión,
 más fracasé en el intento.
Se hicieron fuertes los sueños
que hablaban de ti cada noche.
Ayer te soñé una vez más:

"Por fin" te dije después,
"querías mirar más allá, 
te fuiste para quedarte
y yo, que estoy fuera de mi,
ya nunca podré olvidarte".

In fraganti

Cierro los ojos de golpe para ver si así destruyo la imagen de la traición, pero él y ella aún están ahí sobre la cama y siguen su rito amatorio. Entonces les amenazo. Saco mi pistola y les apunto con ella. Se cruzan nuestras miradas. Las suyas son de terror y en la mía la venganza es dominante. “¿Y ahora qué?”, digo, y aprieto el gatillo ya y se acaba el sufrimiento de repente.

Con cariño

Te quería a mi manera.
Tú me has visto interpretar
el papel del suficiente,
del que tiene confianza
y se mueve por el río
con la piel resbaladiza 
de la anguila, o el papel
del que no sabe dónde va.
Tú sabes, porque lo has visto,
que de veras te quería
pero nunca fui capaz de devolverte 
ni siquiera la mitad
de aquello que tú me entregabas.
He sido un hombre sin rumbo,
un loco sin fundamento,
un edificio sin plan,
un avaro que administra
sus rentas de amor sin pensar
en los efectos dañinos 
de estar en números rojos.
Nunca he sabido medrar
en la liga que jugabas 
tú conmigo...
 En el pulso de la vida,
me has ganado tantas veces
que te quiero cada día
un poco más.

El sitio en donde Tzara goza

Si cruzara Tristan Tzara la frontera, si hiciera en tren la distancia que va de Irún a Miranda, creería que disfruta del aura de un buen poeta, si ante el Ebro transiTzara, pensando en el verbo aller de la ciudad guipuzcoana, mezclado con el gerundio del lugar en donde estaba, y en la tensión existente entre el ir y entre el mirar, unidos por el subjuntivo que brota de su apellido, por mera casualidad. Si parara en el trayecto que sigue recto hacia el mar, lo haría en una almaTzara, para pedir penitencia. Si cenara allí ensalada, en la mesa decorada con cándidos ramos de azahar, Tzahareño encontraría el sabor que aparecía al fondo de su paladar. Si lanTzara Tristan Tzara al aire tres tristes tiros para cazar Tzarapitos en el galacho de Alfranca, si al largo cañón de Ordesa dejara al fin sin cureña, si, muerto de aburrimiento, siguiera la estrecha senda de sirga del Imperial, en la ciudad donde goza su nombre de predicamento entraría cualquier día, en busca de alojamiento. Si danTzara Tristan Tzara, metido en la Tzarabanda de la plaza principal, en vez de bailar la jota, bailaría más las letras del título de un poema firmado con su santo nombre, de Isolda renovaría su antiguo amor por Tristán y luego tomaría nota del cuento de aquella virgen que odiaba a la Marsellesa el día de la hispanidad. Si rezara Tristan Tristan y empezara a investigar en las costumbres hispanas, es probable que a la Seo dirigiera sus pesquisas, bien por la torre eminente, que expresa su jerarquía como iglesia catedral, o bien porque es evidente que sirve para limpiar, al tiempo que es reflexiva, al empezar a nombrarla, aunque es más bien disyuntiva, si se lee por el final. Si Tristán amén y Tzara la misa del mediodía, en el banco del retablo, que se halla detrás del altar, la triple cruz de su nombre si pudiera asentaría, como inversión de sí mismo, para que obrara el milagro de comprender el sentido de la pasión de su requien, en medio de la homilía que está predicando el deán. Si su mano atenaTzara las ruinas del edificio, que nos legaron las taifas, seguro que trocaría sus arcos en diademas. Caras, caras y más caras verían a las dovelas ceñir la noble cabeza de la princesa ATzahara o de la diosa de Atenas. Si Tristán se disfraTzara y oculto aquí se quedara metido en su oficio disfraz, buscaría algún trabajo tratando así de afrontar sus gastos de hospedería. Entre todos los posibles, sería el de prestamista el que mejor seguiría los hados de su destino, pues la vieja quiromántica que en su mano habría leído el futuro inextricable, le había profetizado: “En tu caso, está muy claro, como eres un hombre austero, tu destino en este mundo incluye el de jardinero”. Si comprara Tristan Tzara, buscaría un buen reloj que en vez de sonar tic-tac dijera siempre Tris-tan, y luego en el gran bazar (en el lugar donde ahora se encuentra la tienda de Zara), a gritos exigiría la talla mayor que hubiera de la palabra alegría. Si el poeta retoTzara, la noche en que ReFordTzara sus canas con purpurina y su ego con un gran coche, lo haría frente al Pilar, para intentar acoplarse bajo las cúpulas altas que pintó la gran Gregoria al fresco de la ciudad. Si Tristán sodomiTzara en banco Tzaragozano a un chapero de arrabal, guardaría en el armario los datos para sus anales, dudando de su inversión, de sus principios morales y también de sus finales. Si Tristán cesara a Augusto, rechaTzara a TzaraTustra, el acento militar del “Sitio de Tzara goza” y el catecismo de Marx, alimentando a las tropas que hablaron ruso en Hungría, caducas las grandes ideas que agitan a la humanidad, haría que Augusto volviera al circo de la ciudad. Si almorzara Tristan Tzara, a un paso de la algaTzara que reina en la Aljafería, gozaría de las letras (con mucha T y mucha Z) de una sopa calentita y hasta tres tazas de té se tomaría, después de dormir la siesta a un paso de la Romareda. Más tarde, al atardecer, a las puertas del hotel, llamado de la independencia, leería en un papel, la loa a su propio nombre, pero su acento gabacho, en plena calle del centro, sería un lastre excesivo para alcanzar su objetivo de tener alguna audiencia: - “Aunque nací en Rumanía, on pense que je suis français...” -diría para sus adentros. Si trazara Tristan Tzara los signos del alfabeto sobre un pergamino impreso: “Tzantza, tzantza, ganga nfounfa”, escribiría, rindiendo al azar pleitesía y conquistando de golpe el título de Palimp Sexto. Si Tristán AmenaTzara al servicio del hotel, lo haría al telefonista, a causa de su incompetencia, pues la escueta conferencia que establecer pretendía para enviar el mensaje de que a París volvería, no encontraba hora ni día, al decir del empleado por falta de destinatario, y al decir de Tristan Tzara por no entender el idioma ni el quehacer de un dadaísta. “Pa ris, cuando sopla el cierzo...” Me dicen que con un par replicó el recepcionista a aquel numerero franchute. Si Tristán agonizara seguro que desearía que en esta mañosa ciudad sus restos al fin descansaran, y que no se lo llevaran ni al lúgubre Montparnasse ni a China ni a Tzaratán, y menos a Transilvania. Por eso, si se taTzara la cuerda de su reloj o el azar paraliTzara el ritmo de su tris-tan, en el río que ante el espejo refleja el orbe completo o en la nada que invierte el nombre de Adán, que fue el primer hombre, nadaría su me moría, antes de hundirse en el mar. 
Concluyo. Cuatro palabras: Si es posible transformar la vida en una charada, un ejemplo es Tristan Tzara. Su estancia en nuestra ciudad para ver si era posible vivir y al tiempo gozar, en vez de canonizarlo lo hicieron el zar del canon. Por eso son muchos hoy los que estudian su pasado, inventan largos palíndromos, y siguen sus postulados. Juegan a juegos escritos, esconden los calambures en frases de doble sentido, abusan de homofonías e incluso a veces se juntan para dejar que el azar confiera un brillo dorado a un anagrama especial o infunda vida inmortal a un cadáver exquisito. Hay de entre ellos quien piensa que el día de San Eloy podría ser buen momento para hacer una bisita (o una trisita quizás) a la ciudad del Pilar y celebrar al poeta. ¿Qué os parece si quedamos debajo de una pintada que ponga que Tzara goza es justo el centro del orbe? Yo entre tanto intentaré perfeccionar estas líneas para ubicar su gran banco, o enseñaré a los que pasen las más caras diademas que luce la Aljafería o explicaré a quien no entienda el por qué en la Seo enorme se limpian las almaTzaras y qué es un íntimo requien. ¿Lo hacemos el año que viene? Lo pasaremos de miedo. Si pedimos subvención al gobierno de Aragón, que tiene un par por apoyo, seguro que le conviene. Los que estéis interesados podéis mandar sin arrobo los datos a mi dirección: Decarloselmundodeahori@hotmail.com. En “el asunto” ponéis: “Congreso de Tzara goza”. He pensado en alquilar un gallinero en Marlofa para alojar a la peña, de modo que algunas ponencias podrían ponerse allí. Ayer he invitado a Otto Dix, pensando en el nueve que falta. Nos vemos, si así os parece.