La metamorfósis del P.S.O.E.

El hecho incontrovertible de que en las tres últimas direcciones del partido no hubiera ningún obrero en su ejecutiva les condujo a la idea de que sería bueno prescindir de la O de sus siglas. Finalmente se aprobó por mayoría. 
Más tarde, la relación especial de alianza con los nacionalistas catalanes y vascos y el apoyo circunstancial a puntos de su estrategia independentista llevó a plantear que sería interesante prescindir de la E de España. No fue fácil, pero al final, también se aprobó.
Llegó un tiempo en el que la crisis de la socialdemocracia planteó que, tal vez, denominarse socialista quitaba votos. Socialista era un sustantivo muy duro y podría resultar interesante su posible sustitución por un término más ancho e inclusivo como era el de demócrata o el de progresista. Esos fueron los dos términos alternativos que se ofrecieron a la discusión de los militantes. Primero se aprobó por mayoría la eliminación de la S. Tras un corto debate en el que se expresaron los líderes, se llegó a la votación: La D salió derrotada y la P salió triunfante. "Demócratas", decían, "son los conservadores y los moderados de derecha. Gente de mal vivir como Reagan o la Tatcher son indiscutiblemente demócratas. En cambio los progresistas están del lado correcto. Son todos los que nos apoyan para llegar al poder. Con la P de progresista se puede ligar con Podemos, con Esquerrra y hasta con Bildu..." Desde entonces el partido de Largo Caballero, de Besteiro, de Iglesias y de Felipe pasó a denominarse P.P., Partido Progresista.