En los brazos de Morfeo

A las puertas del sueño,
la marea ya te inunda 
con su sal.
Es la estatua que ata al suelo
la conciencia
al echar la vista atrás,
es la liviana vigilia,
con el sentir suspendido
en la densa telaraña,
que han tejido ya el cansancio 
y la memoria.


Con la luz de las estrellas
que se apagan en la noche
y con el leve silencio
yo voy surcando la senda
que penetra poco a poco 
en mi interior
y me hundo en este fondo,
en el que habito.

Y así caigo por el negro tobogán
del tiempo antiguo
y voy viendo que mis cosas
ya no importan,
 y que el sopor va venciendo
a los pecios del olvido,
que se hacen aún más lentos
mis latidos,
y que todo, todo, todo,
está de más...