Dios

Y el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza. Sabía que no existían ni Dios ni santos ni magia, pero necesitaba creer, para afirmarse a sí mismo. Sabía que en su vida había sólo una cosa importante, la fuerza que llevaba dentro, su libertad, aquello que le permitía construir y perpetuarse, la energía que movía a la sangre por sus venas. Por eso crear a este Dios era algo necesario. Lo vio reflejado en el fondo de las fuentes o en las aguas estancadas de los lagos y en los charcos que la lluvia iba dejando. Después se retiró al gran desierto y lo vio en los espejismos. Hablaba lo mismo que él. Decía que había que nacer y que luego había que amar y tener hijos, y que al final se moría. Ese Dios era un Dios sin Papas y sin popes, sin monjes ni sacerdotes, sin biblias y sin koranes, sin ninguna teología. Era más bien una Diosa, porque era capaz de crear y tenía el ímpetu bestial de la mujer, el cordón umbilical de la madre con su hijo. Su libertad era amor, la luz naciendo en la aurora y creciendo en el medio del cielo hasta el crepúsculo rojo, estrellas que crean planetas, árboles llenos de pájaros que plantan sus nidos en sus ramas, flores con mariposas y abejas zumbando en el prado. Pero no sólo era amor, porque también el horror y la injusticia tenían lugar en su ser cuando atacaban los leones o las hienas, o cuando mueren los bebés recién nacidos. Y también era el frío de la nieve y el doloroso mordisco de las llamas en el fuego de la hoguera y las lágrimas cayendo por tus mejillas y la sangre brotando a borbotones por la herida. Así creó el hombre esta inmensa realidad que modela la vivaz naturaleza y que llega ahora hasta donde estamos tú yo, hablándonos a través de estas palabras. Tú entendiéndome y haciendo tuyos mis pensamientos a pesar de la distancia, a pesar de que tu vives en un espacio y en un tiempo distinto al mío. Tú siguiéndome a mí y buscando a alguien que pueda y quiera seguir la cadena. Crear y creer en nosotros mismos y seguir nuestro camino. Por eso un Dios peregrino, por eso un Dios creador y femenino. Como tú y como yo. Nada más, de verdad, nada más.