Blancanieves

La historia de Blancanieves está llena de exageraciones maniqueas. Ni ella era tan ingenua, ni su madrastra tan malvada como se cuenta en el cuento. Tampoco los enanitos eran todos uña y carne. La verdad fue un poco más tosca y por eso menos digna de contarse, pero yo no desespero. Aunque sé que no interesa descubrir lo que pasó, yo me aplico a rastrear las fuentes de lo ocurrido e intento dejar en claro toda la historia antigua y las razones profundas de cada cual. Entiendo que la verdad es un objeto de baja densidad y que si agitas un poco el insondable lago del olvido su propio peso liviano la empuja volando hacia arriba. Eso mismo es lo que me sucedió con los protagonistas de este cuento.
Lo primero que descubrí al acceder a las memorias del "Barón del Bosque", que supongo que fue el personaje que sacó a Blancanieves de palacio, siguiendo las órdenes de la madrastra, fue que mantenía una vieja relación feudal con siete enanos. Eso me dio mucho en qué pensar, porque si el noble Barón sabía a dónde llevaba a la joven, bien podría haber avisado antes a sus siete pequeños fedatarios para garantizar la supervivencia de la hija de su rey. De ahí, seguramente, la amabilidad de todos ante la adolescente, que no podía ser hacendosa, como se dice, porque siempre había sido educada como reina y nunca supo apreciar los valores de la escoba ni entender los procedimientos secretos de la creación de los sabores en el ámbito interior de la cocina.
Lo que después descubrí en las memorias del rey Esmerildo, que así se llamaba el príncipe, es que la bella Blancanieves fue su prometida desde el mismo momento de su nacimiento y que mantuvieron una periódica y frecuente correspondencia postal que incluía el intercambio de imágenes más o menos idealizadas de la fisonomía de cada uno, en su etapa infantil y juvenil (todo esto se puede visualizar, aún hoy en día, en los museos de palacio). Del tono de sus misivas se conoce que el amor entre ellos se fue produciendo de una forma natural, lo mismo que crecen dos plantas que saben que se van a mezclar, la una al lado de la otra, y que, por esta misma razón, la chica en el bosque ya esperaba que el príncipe Esmerildo la buscara y la besara para sacarla del sueño al que la había conducido la manzana envenenada. Se sabe también que el príncipe se mostró muy ofendido con uno de los enanos que, por consejo del más sabio y más añoso de los siete, besaba en la boca a la joven, pensando que así conseguiría despertarla. Lo que no llegó a saber, pues ella se lo ocultó y se llevó el secreto a la tumba, fue que alguno de aquellos besos tempranos cumplió su objetivo final, es decir, que Blancanieves volvió de nuevo a la vida antes de que apareciera, montado en el caballo blanco, su prometido Esmerildo. Estos besos de placer la despertaban de pronto, pero ella disimulaba, consciente de que llegaría el gran momento del cuento, y se hacía la dormida... (Los datos en los que he basado la historia truculenta de los episódicos despertares de la joven provienen de una novela titulada "La hermosa princesa del bosque", de Serafín Vázquez de Mina, el cual, al parecer, era un enano).