El augurio

El augurio predecía que mi amor se marcharía y que yo la buscaría y al final la encontraría. Luego pasaron los años y el olvido fue escondiéndolo en su almacén más oscuro, hasta el día en que mi esposa se esfumó. Entonces recordé la profecía, lloré cascadas amargas y decidí ir en su busca con la sola compañía de una joven contratada a mí servicio. Fue una época difícil. Recorrí ciudades inmensas, los pueblos de los grandes valles de la China y de la India y los desiertos de Arabia, pero nunca di con ella. Al acabar el viaje, contemplando ya en mi rostro los surcos del paso del tiempo, a las puertas del hogar desvencijado por el dolor de la ausencia, mi joven acompañante me dijo que estaba segura de que al final, en sus ojos, leería la elegía del amor y que, por eso, a mi lado había estado todo el tiempo, mientras yo seguía buscando más allá.