Un encuentro

Paseaba lentamente por la calle disfrutando del sol del mediodía y tú te saliste de un grupo que se cruzaba conmigo y te pusiste delante, sonriendo.
-¿Quién eres?- te dije, intentando hacer memoria.
-¿Estás seguro de que no me reconoces?
Aquel timbre de su voz resultó como un chispazo, un efímero acto de luz en el desván de mi memoria.
-Sí, sé quién eres, pero he olvidado tu nombre- le dije, adelantando mi brazo y deslizando en forma de círculo la yema del dedo pulgar sobre la del dedo índice de mi mano derecha, y ella dibujó en mi rostro una caricia, que imitaba en la mejilla el recorrido de un borrador de seda sobre la negra pizarra, y continuó su camino.