In fraganti

Cierro los ojos de golpe para ver si así destruyo la imagen de la traición, pero él y ella aún están ahí sobre la cama y siguen su rito amatorio. Entonces les amenazo. Saco mi pistola y les apunto con ella. Se cruzan nuestras miradas. Las suyas son de terror y en la mía la venganza es dominante. “¿Y ahora qué?”, digo, y aprieto el gatillo ya y se acaba el sufrimiento de repente.