Delincuentes juveniles

Éramos los reyes del barrio e imponíamos la ley en el colegio. Cuando montábamos alguna en los pasillos o en las clases, los profesores miraban hacia otro lado. Los chicos se sometían a nuestras bromas y las chicas no dejaban de dar vueltas a nuestro alrededor como planetas distantes. Una tarde nos juntamos en el gallinero para ver un programa doble y nada más entrar asistimos al desnudo parcial de la protagonista y al comienzo de una violación. En el transcurso del corte que subrayaba la ausencia de la escena caliente, el asunto tuvo algunos comentarios como éstos:
-La metía yo un chorizo hasta la boca... Qué buena estaba la tía...
No sé cómo a la salida del cine tropecé y un esguince en el tobillo me tuvo con dos muletas hasta el final de aquel curso y me impidió seguir tomando parte activa en las correrías de la pandilla. Por eso yo no disfruté de la fiesta que se dieron con el culo de Paulita y ahora no estoy fichado. La gente ha cambiado mucho. Hace un tiempo se tiraban por el suelo con todas nuestras ocurrencias y ahora se quedan mirando, reprobando lo que hicieron y susurrando chismes a mi paso, porque digo que esos tíos que se sientan cada día en el banquillo siguen siendo amigos míos y que yo no soy más listo ni mejor.