Gigantes y enanos

Los gigantes son tan grandes que son admirados y temidos, pues son muy altos y fuertes. Los enanos son pequeños y hay gente que los desprecia. No saben los que así piensan que los gigantes padecen de graves problemas vitales, pues deben ocupar su tiempo en procurarse un sustento que es caro y voluminoso y padecen deformaciones como consecuencia de su rápido y, a veces desordenado, crecimiento, de manera que entre ellos predominan los rudos, torpes y fatuos, los dañinos y gordotes, y son cada vez más escasos los individuos cultivados, como aquel Gargantúa francés, o los listos, pero ingenuos, como el viejo Gulliver. Tampoco se habrán dado cuenta los mismos que así pensaban de que esos enanos simpáticos se alimentan fácilmente y disfrutan de un ocio abundante, así que saben de todo y aprenden otros idiomas y todas las ciencias prácticas que se les pongan a tiro. Sus consejos están tan llenos de sabiduría que hasta los reyes consultan sus augurios. Por eso quien los conoce, por eso quien investiga y reflexiona invierte el tópico infame y permite que los grandes se transformen en pequeños y deja que los enanos se conviertan en gigantes.