Fuegos nocturnos

A mi mujer, Laura, le encanta “Memorias de África”. Como la tenemos grabada y a mi no me desagrada, la vemos con mucha frecuencia. Lo que más le gusta, dice, es esa escena en la que el criado somalí le pregunta a la baronesa por la forma que debería tomar su relación cuando ella se marche a Dinamarca. Ella recurre a la alegoría para contestarle:
-Será como cuando vamos de excursión a la sabana y tú te adelantas al atardecer y buscas un lugar para acampar y enciendes un buen fuego.
Entonces la cámara busca el rostro hierático del criado:
-Tendrá que ser fuego grande -dice-, para que yo te vea... 
Por las noches Laura tiene pesadillas. En sus sueños hay terribles incendios que la agitan y yo, que me despierto con el vuelo de una mosca, busco el fuego solitario en la sabana y lo apago con mi mano y con mi voz.