Carreras que ya se acaban se cruzan con las que empiezan. Hay quien corre a toda prisa, luchando por avanzar y demostrar su dominio y hay quien se detiene en el curso para mirar el paisaje o para pensar el futuro. Sin embargo, la carrera no es más corta, si aceleras, ni más larga, si te paras. Las carreras duran siempre el tiempo de toda una vida. Corremos porque vivimos y porque queremos vivir y en su discurso cansado vemos vivir a los otros y también morir a algunos. Corremos porque el runrún nos arrastra hacia adelante sin dejarnos reposar en ningún sitio. El paisaje que miramos es tan sólo un decorado intercambiable. No es posible llegar antes de tiempo ni retrasarse un momento. Vivimos el mismo presente y, lo quieras o no lo quieras, al final de la carrera está la meta.