Anunciación

La virgen contemplaba la trayectoria espiral de una pluma que caía. Sentada en su silla de cuero repujado, la joven cerró el libro que tenía entre sus manos, lo puso sobre su regazo, levantó su mirada hacia la ventana y escuchó un trino agudo y sorprendente:
-Dios es ave, María- le cantaba un pájaro blanco y parlanchín.
La muchacha sonrió al principio levemente, pero pronto se abrió paso una sonora carcajada justo al tiempo en que sus labios susurraban:
-Gracia plena.