Me cuentan que en Doha han
construido una gran aguja de metal y que la han dispuesto verticalmente, con la
cúspide afilada compitiendo con sus altos rascacielos. Dicen que cada día los
camellos de Quatar desfilan bajo el arco que introduce el hueco de su base y
que esto les produce un placer muy especial a los hombres más ricos del emirato del Golfo.