Cuando me llegue la muerte
ni un sínodo en el Vaticano,
ni el blanco en el humo de Roma.
En el número que sigue
al santo de mi persona
asoma la mala suerte.
Si te digo: "Ven e dicto"
y exhibo desde el retiro
el armario en donde vivo:
¿Quién soy y cuál es mi sino?
ni un sínodo en el Vaticano,
ni el blanco en el humo de Roma.
En el número que sigue
al santo de mi persona
asoma la mala suerte.
Si te digo: "Ven e dicto"
y exhibo desde el retiro
el armario en donde vivo:
¿Quién soy y cuál es mi sino?