En el bocho

Después de echar un chinchón en el despacho de casa, Txetxu y la chacha de Chiapas se fuman la china entera y se devoran un ocho. El chico, que está al acecho del pecho de la chicana, ha improvisado un lecho con un colchón y una colcha y ha dicho al llegar la noche: 
-¿Me dejas tocarte un poco?
Y ella, que es chacha chocha, pochada de chocolate, se quita el poncho y el cincho, libera sus michelines e intenta pincharle al chico:
-¿Tú quieres pasarlo chachi?
El muchacho agarra el pecho y chupa como un poseso:
-Tu petxo me da la ditxa.
 Y entonces ella le chista un chisme que tiene chiste, una chanza localista:
-Me han dicho que en esta orilla no saben tocar la chistu. 
-¿Que no tocamos la txistu en esta orilla deretxa? ¿Nos tatxas de poco matxos a los de Guetxo y Neguri?
-Eres un mamarracho.  
Como un chamán de su sexo, el muchacho saca el chisme, se cala una gran chapela y chilla cual rompetechos:
-En Bizkaia, Matxitxako. Con este totxo te tatxo.
Y ella, que ve el chorizo, intenta chincharle un poco: 
-Del dicho al hecho hay un trecho. Para un chaval como tú, mi chocho es mucho trabajo. 
Y Txetxu se pone chulo. 
-Mi pitxa es un bitxo malo. Con este catxo de txorra te matxaco. Te pago lo que haga falta. ¿Me la txupas y txingamos por la notxe a trotxe y motxe? 
Y ella se enfada mucho.
-Soy chacha pero no puta y a ti te falta una ducha. Eres un gocho asqueroso.
Y Txetxu, que lucha con ella e intenta llevarla al coito, y ella que no se achanta y que sale como un rayo del despacho, coge el poncho y se marcha a toda prisa del chalé.
Luego en la calle respira, en el poncho abrocha un broche, que es de azabache de Chiapas, y canta este chévere charro que suena como un cha-cha-cha: 
-Escucha, mi amor, escucha: Mi hucha no guarda monedas. Mi hucha es de chicha blanda y se abre con llave de seda que tú no sabes usar.