El enigma de su nombre

De Remedios, mi mujer, que era capaz de arreglarlo casi todo, se decía que era el polo opuesto de la "bruja averías". Tanto es así que tuvimos amigos que le cambiaron el acento a su nombre para transformarlo en una palabra aguda y aludir de esa manera a lo divino de su ingenio. Por re-medios, además, la mía era una mujer muy centrada, y eso me molestaba porque yo, como los buenos matadores, prefería siempre la zona excéntrica de los tendidos. Por esa y otras razones, que no vienen al caso, hemos decidido separarnos. Ante el juez, me pide que reme y reme, como ella, para poner a nuestra barca en un lugar equidistante y seguir navegando juntos por el tiempo.
Medí y remedí su propuesta, acabé por rechazarla: ¡No!, no quiero más Remedios.