El NADIÓN

En 1925, Mister George patentó su gran invento: El NADIÓN. Un objeto de color amarillo y con forma de lazo textil, compacto y redondeado, cuya cualidad más evidente era que no servía absolutamente para nada. De este original cacharro hizo fabricar en Denver (Colorado) más de dos millones de ejemplares. Tras una agresiva campaña publicitaria, en la que se asociaba el objeto con el envidiable tren de vida de los ricos del oeste del país y con un optimismo que iba mucho más allá de cualquier cálculo razonable, consiguió vender casi toda su producción, de manera que en 1927 era ya un hombre rico y admirado. Cuando a finales de año las ventas empezaron a flaquear, a Mister George se le ocurrió comprar millones de kilos de un matorral exótico, como es la genista escorpius, quemarla en sus almacenes y guardar su oloroso humo en tarros de color amarillo.
-Se venderá como el agua en el desierto y será el complemento adecuado del NADIÓN. Lo llamaremos "Libertity"- explicó a los representantes del producto en una gran fiesta campestre, amenizada por un músico jovencísimo, recién llegado al nuevo mundo, que se llamaba Xavier Cugat.
Contra la lógica implacable del mercado, el nuevo producto, que pasó a la historia como el primer ambientador industrial de los EEUU, alcanzó un éxito tan rápido y tan rotundo que en 1928 Mister George era el mayor contribuyente de la capital del Medio Oeste a la hacienda del estado.  
En la navidad de aquel año, el magnate padeció un fuerte síncope, provocado según las malas lenguas por un exceso en la bebida de una especie de Champagne, cultivado en Cataluña, que acabó con su salud delicada, de manera que el día de año nuevo de 1929, se murió sin remedio en el Hospital Central de Denver. Al parecer, dejó una fortuna considerable a su mujer, Montse, y a su hijo, Jordi, sus únicos herederos, pero ambos sufrieron pronto del impacto cruel del viernes negro, que acabaría por hundirlos en el fango de la ruina. Cuentan las crónicas de entonces que madre e hijo se subieron de la mano a la azotea del palacio-rascacielos de oficinas del NADIÓN Bussines Company y se dejaron caer al vacío. Algunos años después, derribaron el histórico edificio y construyeron otro aún más elevado para mayor gloria de su nuevo propietario, empeñado en la expansión de su apellido judío: Rockefeller, que exhibía como signo incontestable de su poder e influencia en todos sus rascacielos.
Hoy en día, de Mister George y de su empresa apenas quedan recuerdos, salvo aquel anuncio conciso en castellano con forma de la lazo gris en aquel mundo en inglés de tinta sobre papel, que se repetía sin cesar en los diarios de California, Oregón, Tejas, Nuevo Méjico, Nevada y Colorado, y que decía exactamente lo que sigue:
"Independencia, ilusión. El aroma de la libertad. Disfrute de su NADIÓN".