Últimas palabras

 Escribí: “Me estoy muriendo” 
 y mis ojos se han llenado de ternura. 
             Luego digo: "Ahora”             
 y persigo los tres golpes de mi voz 
 por la lúgubre cubierta. 
 Ella está sobre el timón y comprueba 
 que se agota mi ya débil resistencia. 
 Cómo ladra el fiel guardián del laberinto, 
 cómo duelen los pecados sin perdón, 
 y cómo el terror se abre paso 
 desde las hondas tinieblas. 
 Desfilan las olas blancas 
 como un batallón de espuma 
 frente a la grada de arena. 
 La playa espera tumbada, 
 tiritando bajo el manto gris de niebla. 
 De pronto se apaga la vela 
 y se arroja de cabeza el cormorán 
 en la fría superficie de este mar 
 que transforma mi memoria 
 en gotas negras... 
 En el fondo, la ceniza, 
 cual notario del pasado 
 que se escapa, 
 toma nota.