Mi santo
estaba a mi lado
estaba a mi lado
y nunca
me abandonaba...
Me susurraba en voz baja,
me abandonaba...
Me susurraba en voz baja,
el nombre de quien se acercaba,
adecentaba el desván
adecentaba el desván
del almacén del pasado
y me apuntaba el lugar
o esa palabra tan rara
que cuadraba el pensamiento
que tenía.
Un día, por la mañana,
se marchó de aquí volando...
se marchó de aquí volando...
Se me fue mi santo al cielo
y allí se quedó mirando.
y allí se quedó mirando.