Volver

Ella estaba muy cansada. A cambio del fiel relato de su vida yo le leía historias por las noches. La de Ulises era la que más le gustaba. Quería volver a su pueblo antes de morir. Yo acabé por prometerle que en verano la llevaría. Al final no pude hacerlo. La enterramos frente al mar hace dos meses. Desde entonces he intentado convencer a su hijo para que me acompañe hasta el hogar que dio cobijo a sus abuelos y no he podido. No he tenido más remedio que irme sola.
En el pueblo he vuelto a oír aquel ritmo cantarín de sus palabras, he entrado en el pequeño cementerio en donde descansan los huesos de todos sus antepasados, he subido hasta la braña y he mirado desde arriba alrededor. Era igual que como ella me contaba y he sentido que mis ojos contemplaban el paisaje a través de sus recuerdos y que ahora, de algún modo, ella volvía.