La gota en la comisura

No te limpies
esa gota involuntaria,
no la borres de tu cara.
 En el cano pelo hirsuto, deja estar
 esa bola transparente de humedad.
    No te quites ese líquido caliente.  
 Las palabras que curaron mis heridas
 están rotas en el suelo. De sus cuerpos
   de aire alado solo queda este residuo.
 No te seques. No la to
ques. No intervengas...
 Como un pájaro brilla
nte espera sobre su mástil. 
 No te libres de esa esfera luminosa
      No la ahuyentes con tu mano      
 y deja que tiemble un instant
al borde del precipicio.
No promuevas el suicidio
con la excusa imperdonable
de tu prisa. 
Dale tiempo. 
Permite que juegue a ser ojo
y que piense en un momento
   el infinito.   

Espera a que crezca en su alma
la atracción por el abismo
y deja que salte libre,
convencida de que vuela
en la bolsa que hace el aire
   alrededor.   
Su caída solitaria
hacia el centro del final
   del firmamento,   
hacia el río sin memoria
que conduce al más allá
es una gran epopeya.
Contempla en silencio
   el proceso   
y haz el trámite sencillo,
que se lleve en su retina
   tu respeto   
 y el instinto refinado de la paz.