Infinito

Maestro: ¿Infinito? ¿Qué es?
Discípulo: Si atendemos al "in" del principio, infinito es no acabado.
Maestro: Si es así y aún está por hacer, ¿es tan sólo un boceto que no encuentra ni su forma ni su fin?
Discípulo: ¿Un boceto? Bueno, sí. Es posible que sea así.
Maestro: Pero dime, muchacho, precisa: ¿Ese boceto que nace, esa cosa que aún no es, es un ente que aumenta o decrece?
Discípulo: Mire usted, en mi mente, infinito crece y crece.
Maestro: Y creciendo, creciendo y creciendo: ¿Llega a ser mucho más de un trillón?
Discípulo: Mucho más. sí señor, mucho más.
Maestro: ¿Cuánto más?
Discípulo: Yo no sé. Yo no sé si al sumar el caudal de los mares lo que hay pueda ser algo así.
Maestro: Mucha gente lo duda contigo, ¿no sorprende ese "ito" al final si buscamos solamente inmensidad?
Discípulo: Es verdad, si lo piensas te despista. No es normal ese "ito" pequeñito, no es normal asociar su presencia con la letra de un enano en su final.
Maestro: Te pregunto, en consecuencia: ¿Hay engaño en el final o esas tres letras caudales son mera casualidad?
Discípulo: Si lo piensas te das cuenta de que el "ito" es desinencia de un antiguo participio y nunca un diminutivo, por lo tanto...
Maestro: Por lo tanto no lamentes el error. El error está en la base del acierto. El ejemplo lo tenemos ahí delante con el brote del pasado participio. Yo a tus ojos lo llevé y celebro que al final has llegado a la sabia conclusión de que todo el infinito se cuece en tiempo pasado.
Discípulo: Y sin embargo, maestro, en nuestra palabra boceto el pasado está impregnado de futuro, ¿no es así?
Maestro: Así es. El pasado es la fibra de su ser, el futuro es solamente una potencia, una incierta aspiración. El presente, sin embargo, no aparece. El presente sólo es el segundo que transforma realidad en pasado inalcalzable, en memoria y en olvido.
Discípulo: Por lo tanto el infinito es la síntesis compleja de todo el tiempo del mundo. Una idea muy abstracta y también un gran absurdo.
Maestro: Un absurdo, sí señor, y en eso se nos parece. Sin embargo en su interior vive un mundo diferente.
Discípulo: ¡Qué me dice, gran maestro! ¿A qué mundo se refiere?  
Maestro: Me refiero al universo del pensamiento ideal. Ese término, infinito, aspira a la totalidad. Es un ser uniforme, limpio y justo, equilibrado, perfecto en el orden moral, que es abstracto y absoluto y que vive el más allá. Él concluye espacio y tiempo. Para ir hasta él, uno debe imaginar y después multiplicar, potenciar lo que hay hasta el límite del fin. Infinito debe ser como un dios, una idea general, algo azul que es total y que sigue siempre así, hasta que llega al final.
Discípulo: Sí. Debe ser una esencia sin principio y sin final, un lugar transparente que flota clavado en el cielo y que se esfuma al volar, una piel sin materia que cubrir, un fugaz pensamiento incapaz de precisar su verdadero sentido.
Maestro: Algo así, nada más... Aunque al fin, casi al fin... Esa incierta aspiración... In-fini... Infini-to...