Ya soy viejo

Ahí delante
otro árbol se ha caído.
Me detengo a respirar.
Ya no corro como antes
ni duermo como un bendito,
me duele un poco la espalda
y la siesta, por la tarde,
es una necesidad.
Me sale la lágrima fácil,
estoy algo torpe de oído
y se me olvidan las cosas 
que me dicen los amigos.
Algunos se enfadan conmigo
por el gesto desabrido
que pongo al argumentar:
"Deberías moderar esos juicios
de abuelete cascarrabias",
me dicen tomando vinos,
 y yo no les miro a la cara
"Lo que vayáis a opinar
 a mí me importa un comino. 
Me saca de quicio el otoño,
el tiempo me va a matar"