Cuando el rostro agónico de su hija se quedó definitivamente quieto, comprendió que se acababa de morir. Intentó llorar, expresar su dolor, pero no consiguió mover ni un solo músculo. No pudo hacer nada más. Su cabeza, su corazón y sus ojos estaban ya completamente muertos.
La última partida
Acababa de vencer a Petrosian y de retar a Kasparov. Se contaba que el gran Fisher no tuvo más remedio que salir del anonimato para enfrentarse con ella. A pesar de que siempre jugaba con las negras, a todos les derrotaba. “Jaque mate”, les decía. Después, embutida en su antigua túnica, recogía las piezas y el tablero, daba la vuelta a su reloj de arena, apagaba la vela y desaparecía.
Contigo cebolla y pan
...................... Entre el sí y el no absoluto .......................
. está el si condicional, .
. ese "depende" que exige .
. separar en la romana .
PROS y CONTRAS
y
valorar el producto.
Así
se hiere a Platón,
Heráclito
se magnifica
y el bien y el mal se confunden,
así la inquieta corriente
arrastra a quienes preguntan
y así la verdad se esconde
por los rincones del zoco.
De este modo la razón
se carga de economía
y se tiñe con el oro
que utiliza la codicia
para comprar y vender.
Por eso nuestra experiencia
padece del mismo mal
que el mercader de Venecia.
Hasta el amor tiene un precio.
En una escuela cabal,
combatir a la avaricia
debiera ser algo más
que una vaga reflexión.
Te lo digo con sosiego
y lejos de la irritación.
"Contigo cebolla y pan"
"Escucha a tu corazón".
y el bien y el mal se confunden,
así la inquieta corriente
arrastra a quienes preguntan
y así la verdad se esconde
por los rincones del zoco.
De este modo la razón
se carga de economía
y se tiñe con el oro
que utiliza la codicia
para comprar y vender.
Por eso nuestra experiencia
padece del mismo mal
que el mercader de Venecia.
Hasta el amor tiene un precio.
En una escuela cabal,
combatir a la avaricia
debiera ser algo más
que una vaga reflexión.
Te lo digo con sosiego
y lejos de la irritación.
"Contigo cebolla y pan"
"Escucha a tu corazón".
Escucha a Sixto Rodríguez
Y Rodríguez renació
en el siglo XXI
y cantó a los cuatro vientos
y vió cómo el agua
en el siglo XXI
y cantó a los cuatro vientos
y vió cómo el agua
al revés
giraba en el sumidero
y unas estrellas
en cruz...
en cruz...
......
......
......
......
......
......
......
......
......
......
......
......
......
......
...... ......
......
......
......
......
......
......
......
......
Y luego
el viejo cantante
contó cómo fue Cenicienta
en su barrio a las afueras de Detroit pero nadie le creyó.
Pensaron que cabalgaba sobre la equívoca nieve, pensaron
que estaba loco y que su lengua pirata le había sorbido el seso,
pero su cuento fantástico era su historia en palabras,
era un relato conciso de todo lo sucedido
tan cierto como el hombre/azucar
que había grabado en vinilo allá por los años sesenta,
cuando era un joven poeta que pudo ser y no fue,
el viejo cantante
contó cómo fue Cenicienta
en su barrio a las afueras de Detroit pero nadie le creyó.
Pensaron que cabalgaba sobre la equívoca nieve, pensaron
que estaba loco y que su lengua pirata le había sorbido el seso,
pero su cuento fantástico era su historia en palabras,
era un relato conciso de todo lo sucedido
tan cierto como el hombre/azucar
que había grabado en vinilo allá por los años sesenta,
cuando era un joven poeta que pudo ser y no fue,
tan cierto como el silencio de aquellos dioses del disco
que vivieron de las rentas de su voz, mientras él se acostumbraba
al raquítico salario de un obrero y a un abrigo del color negro del mirlo.
Aquellos corruptos dioses convencieron a Rodríguez del fracaso, enterraron su mirada
en el fondo del gran lago de Saint Clair y dejaron que sus discos volasen al Transvaal...
Por eso cantó en el ocaso y disfrutó del milagro del éxito en Ciudad del Cabo y luego
volvió al recorrido del paseo por su barrio marginal y al negro de su largo abrigo...
Tenía que andar su camino, el mismo camino de siempre, el camino
de sus versos derrotados, el camino que marcaba su destino
al pie de la pista oscura en donde juegan los Pistons.
que vivieron de las rentas de su voz, mientras él se acostumbraba
al raquítico salario de un obrero y a un abrigo del color negro del mirlo.
Aquellos corruptos dioses convencieron a Rodríguez del fracaso, enterraron su mirada
en el fondo del gran lago de Saint Clair y dejaron que sus discos volasen al Transvaal...
Por eso cantó en el ocaso y disfrutó del milagro del éxito en Ciudad del Cabo y luego
volvió al recorrido del paseo por su barrio marginal y al negro de su largo abrigo...
Tenía que andar su camino, el mismo camino de siempre, el camino
de sus versos derrotados, el camino que marcaba su destino
al pie de la pista oscura en donde juegan los Pistons.
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