Reflejos

              El rostro de la tristeza|azetsirt al ed ortsor lE  
             se gira sobre sí mismo|omsim ís erbos arig es 
          e interroga en un espejo|ojepse nu ne agorretni e
        al rastro que deja el rostro.|.ortsor le ajed euq ortsar la
                rasroque deja el rostro. |.|osor le  ajed euq ortsar la       
               ortsor le ajed euq ortsar lE|El rastro que deja el rostro
                       ,azetsirt la a agorretni|interroga a la tristeza,        
              ojepse le ne acsub sartneim|mientras busca en el espejo
              .ortsor led ojelfer núgla|algún reflejo del rostro.
                                |                     
              El reflejo es sólo un resto|otser nu olós se ojelfer lE
              que gira sobre si mismo|omsim is erbos arig euq
            y escapa sin dejar rastro.|.ortsar rajed nis apacse y

Pisar callos

En "L'Ecole Superieur des Arts" de la Camargue, en el Sur de Francia, trabajaba un antiguo profesor al que le dio por bailar y bailar a todas horas. Ocupaba los anchos pasillos para dar demie pliés y saltos cada vez más enérgicos bajo el hilo musical que siempre sonaba muy tenue y a la vista del común de los mortales. A pesar de que extrañaba tan singular movimiento en un señor de su edad, aquello se toleraba. Se tenía muy en cuenta la acogida excepcional que algunos alumnos raros brindaban a su propuesta, de modo que no era infrecuente ver al vejete bailando y a unos muchachos muy jóvenes, movíéndose detrás de él.
Un buen día, sin embargo, el bailarín tropezó y tuvo la mala suerte de que se cayó sobre el callo del profesor de escultura. El profesor agredido no se calló en ningún caso. Adobando su dolor de gritos dramáticos múltiples, echó por su boca el veneno, poniendo pingando al vejete, vistiéndole de chupa y dómine y llamándole mil lindezas. Mientras tanto Don Antiguo, que así se llamaba el buen hombre, tan cándido como arlequín, seguía saltando a su lado, pensando que así rebajaba el daño que había causado. No entendía el bailarín que el escultor dominaba en la escena del lugar y que ya nadie atendía a los pasos de su baile y sí a los sonoros insultos del profesor dolorido. 
A la mañana siguiente, en el aula 109, se reunió un comité, para hablar del incidente. Allí fueron nuestros dos protagonistas. El profesor Don Antiguo intentó en su parlamento defender que la agresión, en forma de gruesas palabras, era la que él recibió de boca del agredido, pero el otro contestó mostrando su enorme callo dolorido e intentó justificarse, diciendo que su reacción fue la reacción natural, lo que cualquiera habría hecho en situación semejante. El primero replicó que el que hacía en aquel medio lo que era natural era él, porque estaba en una escuela y enseñar a cada paso la belleza del andar del cuerpo humano era hacer lo que era propio del lugar... El tribunal le escuchó, pero no sirvió de nada. Aquel movimiento vil, aquel saltar por aquí y tumbarse más allá, tan ambiguo y tan notorio, no gustaba en absoluto, era incómodo y extraño, de manera que entendieron que las culpas del asunto se repartían tan bien que pidieron al unísono que el asunto se saldase con un abrazo de amigos.
-"Dejémoslo estar así" "Aquí paz y después gloria". "El tiempo todo lo cura..."
Don Antiguo se negó a pedir excusas por hacer lo que debía y contempló a su alrededor cómo algunos de sus compañeros afeaban su conducta. El hecho debíó de hacer pensar al viejo profesor que sintió que sus ganas de bailar se congelaban de pronto y decidió jubilarse. Con ello el centro de artes volvió a ser lo que era, un centro normal y corriente en medio de la Camargue que pudo ser especial, muy cerca de la capital.

La visión

Alguien le había dicho que su vida quedaría concentrada en un segundo y él esperó durante años ese instante en el que todo cobra sentido. Llegó el momento. Lo intuyó según venía. “Ya está ahí”, les dijo a sus compañeros... Se quedó quieto como una roca, concentrado en la visión de un punto de luz que llegaba hacia él desde el fondo del horizonte y vio pasar toda su vida en un momento... "Fue como un flash, un relámpago sin ruido", añadió... Y el tiempo pasó de largo...

Calambur es de verdad

De/jar/dinero 

Sabiendo de mi indolencia 
y mi afición por las aves, 
mi padre, que era el señor 
de saldos muy suculentos,
me dijo desde Madrid: 
“En nuestra casa matriz 
o en una agencia importante 
te ofrezco ser el que mande.” 
No quise contradecirle: 
“Entre las aves y el mando, 
el/ijo de/jar/dinero..."
Con eso salgo ganando, 
pues puedo cambiar de banco 
y escuchar al Ruizseñor... 

Vivir y dejar vivir.
Él nunca volvió a insistir.

-AVE, CÉSAR DE ROMA: Saludo imperial que inspiró a Nerón su famoso: “A veces arde Roma”. Desde entonces el saludo se repite sin cesar: Ave cesar de Roma, dicen: Ave...

A veces arde Roma 

Tras el pavor del incendio, 
el augusto del circo: Máximo, 
atreviose a saludar: 
"Ave, César de Roma, 
tea mandan, fuego enciendes,
yertos andan los cristianos..." 
"A veces arde Roma," 
-respondió el emperador- 
"te aman, dan fuego, 
en cien desiertos
andan los cristianos..."
Así dejó claro al clero 
de los augurios del vuelo 
que el César de Roma no era 
el simple autor del siniestro, 
y que era también Pío<Nero 
del calambur y otros juegos. 
Y una lágrima añadió 
al rostro pintado de blanco 
 de Máximo, del circo augusto, 
 el artista y gran poeta 
 que fue nuestro cónsul Nerón 
 después de la instalación 
 del gran incendio de Roma.

MENsage: ¿ERE en CIA?

Nuestros Sindycatos son ERE<=(d'Eros D=> Marx 
 Nuestros Sindycatos son ERE<=(d'Eros D=> Franco
Nuestros Sindycatos son ERE<=(d'Eros D=> CNT
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muñecos metamórficos ERE<=(d'Eros D=> " " " " "
                                                                             

Hace diez años bastaba cualquier simetría con apariencia de orden -el materialismo dialéctico, el antisemitismo, el nazismo- para embelesar a los hombres*
*del cuento titulado "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" en Ficciones. Emece Editores. 1956. Jorge Luis Borges.