Tus lágrimas

Brotaban de un pozo oscuro.
Rebosaban en tus ojos, 
inundados de tristeza.
Bajaban por tus mejillas, 
como arroyos indecisos
y flotaban un instante,
transparentes en el aire,
antes de despeñarse.
Dejaban huella en tu pecho,
labraban cursos de perla.
Destilaban sin cesar
la inmensa amargura del mar
y la insensata esperanza
de ser feliz algún día.
Eran de fábrica mía,
de mis obras y mis faltas 
de mis presencias y ausencias,
de lo que soy y no soy. 
Como un sangriento puñal
entraban en mis entrañas,
se hundían en negras simas,
de cárcavas rellenaban
mi alma de instinto animal.
Tus lágrimas, querida amiga,
tus lágrimas me hicieron mal.
Tus lágrimas contenidas,
tus lágrimas de cristal.
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